El pasado viernes se celebro una campaña mundial contra la homeopatía. Yo me enteré de dicha campaña porque varios de los perfiles que sigo en Twitter se sumaron a ella.
La campaña consistía en una convocatoria para un suicidio masivo por consumo de productos homeopáticos, es decir que los participantes se unían para consumir cantidades ingentes de productos homeopáticos demostrando así su inocuidad.
La campaña estaba cuidadosamente diseñada la verdad, todo un ejemplo a seguir en movilizaciones, con un buen eslogan, una actividad simpática, varios guiños a la ciencia, y una argumentación del bien social que persigue sólida y convincente.
En efecto la homeopatía en realidad es una práctica que no tiene un efecto demostrado por el momento. Las cantidades de principio activo que se usan en los compuestos son ínfimas, hasta el punto que es casi imposible tener una sobredosis porque antes seguramente se ha dado una hiperglucemia por consumo de lactosa y azúcar.
Sin embargo curiosamente, en España, la homeopatía sólo se puede fabricar en farmacias. Sólo un farmacéutico puede hace esas mezclas de nada con azúcar, porque resulta que son una formula magistral!!
Pero no quiero a entrar aquí un debate infinito sobre si la homeopatía cura o no cura. Sería muy pretencioso por mi parte.
Lo que si que quiero resaltar es lo extraño que me resulta que algo que parece ser tan poco importante y tan poco peligroso sea capaz de movilizar a toda esa gente en todo el mundo. Es decir, que cientos de miles de personas se han sumado a una protesta en contra del consumo de bolitas de azúcar!
Esta sorprendente situación trae a mi cabeza una frase de una maravillosa entrevista a Vazquez-Figueroa publicada enAgenda Viva en su número de otoño:
«Miren señores, cuando quieran saber ustedes si su invento va a tener éxito o no, no se pregunten nunca a quién beneficia, sino a quién perjudica en el ámbito del poder; de aquél a quien perjudica dependerá el éxito o el fracaso de su invento». Es la pura verdad. Si usted hace un invento que beneficia a mil, pero perjudica a un solo poderoso, a los mil les darán morcilla. Invente siempre algo que no perjudique a los poderosos, entonces, podrá hacerse rico o podrá tener éxito. Es algo que pasa.”
A partir de aquí, que cada uno haga lo que quiera, yo pienso seguir usando el Arnidol para evitar que a mis hijos les salgan moratones, eso si, no me lo pienso comer para ver si hace efecto o no, eso lo tengo clarísimo.
Lucila Rodríguez-Alarcón de Universo Vivo
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