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Repensar la Vida



Quizá los que dedicamos nuestras vidas a la Vida —a su defensa y estudio— deberíamos pasear mucho más a menudo. Pasear, reflexionar, respirar, parar, observar. Quizá los que nos erigimos en portavoces del respeto a la Vida debamos, más que nadie, pasar mucho más tiempo en ese lugar de cordura que es la naturaleza. Rodeados de belleza y silencio, cultivando un sentido innato de pertenencia que nos permite escuchar el pulso de la existencia. Si no, es muy probable que sucumbamos a la banalización y al ritmo de una sociedad desarraigada; que perdamos el sentido último que nos llevó a dedicar nuestras vidas a la Vida; que aunque logremos hitos memorables en conservación de la naturaleza, contemplemos, impotentes el deterioro imparable de la Vida. 


La Vida es mucho más que lo que nos hacen creer en esta sociedad racionalizada. Es mucho más que la cantidad, la medida y el tiempo. Mucho más que meras acciones compensatorias que buscan el equilibrio imposible en una balanza perversa. Cómo medir y poner precio a una sonrisa, al amor, a la belleza. Cómo pensar en la tierra como una fuente de recursos que administrar. La visión mercantilista, frívola y acelerada de la realidad propia de la cultura moderna occidental, simplemente no es compatible con la Vida. Todos nuestros esfuerzos serán en vano si no nos replanteamos la perspectiva desde la que nos acercamos al mundo. Y la realidad; la naturaleza es todo aquello que desconocemos y que sentimos cuando salimos a pasear o cuando vemos una puesta de sol. Desde esa humildad gozosa del que se siente abarcado por la inmensidad es desde donde podremos atisbar cómo afrontar los grandes retos que se ciernen sobre la humanidad. Porque lo que asola nuestro ahora no es ajeno a nosotros. No supone el principio del fin de la Tierra de la mano del cambio climático y de la sexta extinción masiva, supone una oportunidad única hacia la autocomprensión, hacia la salvación.

Y ¿por dónde empezar un camino tan tortuoso y solitario? Por volver la mirada al mundo, a otras culturas que todavía son la mayoría y que incorporan en sus tradiciones valores intrínsecos e inmateriales de la naturaleza. 
(...)

Éste será un año determinante. A la sombra de los árboles singulares que vertebran nuestras tierras, esperamos saber estar a la altura de las circunstancias. ¿Sabremos recuperar los valores de aquella infancia de libertad y abundancia o sucumbiremos a esta alocada adolescencia? Solo el tiempo dirá.



Odile Rodríguez de la Fuente

Extraído de Agenda Viva.
Editorial.Primavera 2011.

3 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. Debemos mirar hacia nuestro interior día a día y redescubrir los verdaderos valores que nos hacen felices como personas, lejos del materialismo de nuestra sociedad.

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  2. Es necesario repensar la vida y conectarnos mas con nuestra naturaleza para ser mas felices y respetar nuestro entorno natural y cultural.

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